Este material recientemente fue publicado en la Antología "Nuestras Letras 2011" que podes adquirir consultando a sus escritores en la Ciudad de Casbas; Distrito de Guamini; ahora disfrute usted de este relato.
El
debate
La
sala del palacio estaba muy concurrida; esos debates filosóficos, donde se
discutían con intensidad temas trascendentes y algunos más domésticos siempre
terminaba siendo de interés para los concurrentes , muchas veces llegados desde
otras metrópolis; ese espacio era la caja de resonancia desde donde surgían las ideas que transformarían el cotidiano vivir de los
Ciudadanos; especialmente de los menos influyentes, como eran los campesinos y
algunos artesanos, que al no tener voz en los debates solían ser los
postergados, o quienes en definitiva terminarían pagando el costo de las
grandes fiestas que se organizaban en el Reino, donde los Reyes, ministros,
escribas, doncellas, comerciantes, militares y sacerdotes disfrutaban de
grandes banquetes; lógicamente provistos por los campesinos que esforzadamente
producían presionados por altos impuestos; pero ese día, algo se percibía en el
aire, la mayoría de los participantes en esa charla estaban profundamente
sorprendidos por las palabras de un filosofo venido de otras tierras llamado
Plubio; el ilustre visitante planteo un tema complejo, el había notado las
injusticias sociales, las discriminaciones, los abusos de los ilustrados, que
haciendo gala de sus vinculaciones con el poder o títulos de nobleza y explotaban a los más pobres; en realidad
todos lo sabían pero callaban; era más fácil esa posición cómoda, que plantear
una critica o sugerir una reforma; siempre solían ocultar algunas opiniones
personales por temor a perder su influencia, o sus contactos políticos que le
permitían vivir honorablemente sin trabajar; se justificaban pensando en su fidelidad
a un sistema de gobierno y meditando que el esfuerzo era para los Plebeyos y
ellos se consideraban Aristócratas; pero ese día Plubio en su discurso había
puesto de manifiesto todas sus hipocresías; tenían que reaccionar, era lógico
que lo hicieran; entonces apelaron a uno de sus pensadores más celebres; Aqueo
el Griego, todas las miradas recaían sobre el; seguramente consideraría con
benevolencia al filosofo que los había honrado con sus palabras, pero
defendería las resoluciones políticas y sociales implementadas por el Gobierno
considerándolas justas y necesarias, de esa manera se mantendría el estatus
social y se justificarían algunas desigualdades; en base a la educación ,la
cultura y al linaje de sangre; Aqueo estaba acostumbrado a debatir; pero ese
día camino Al Palacio
había visto morir una joven campesina a manos de un verdugo porque la acusaron
de conspiración y al preguntar la razón de tan severa condena, le dijeron que
era a causa de defender su propio honor ante un recaudador de impuesto, que la
acuso de robar a la corona, mintiendo descaradamente; pero fue ajusticiada sin
contemplación alguna; por primera vez en mucho tiempo, como si sus ojos se
hubieran abierto a una realidad que el parecía desconocer…dudo antes de responder
las palabras de Plubio, miro calmadamente a los presentes,tomo una copa, vertió
cicuta dentro y le pidió al primero que se atreviera a contradecir el discurso
del filosofo; que antes de comenzar ha injuriar, bebiera aquella copa para que
al menos su propia muerte justificara la defensa de un sistema que debía ser
abolido por su injusticia…
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